El “pencil test” o prueba del lápiz era un sistema de división racial utilizado por el régimen segregatorio para dividir los grupos africanos en poblados más pequeños y poder mantener su control sobre estos.
La prueba del lápiz implicaba deslizar un lápiz en el cabello de una persona cuyo grupo racial era incierto.
Si el lápiz cayó al suelo, la persona pasó la prueba y se consideró blanco. Si se quedó atascado, el cabello de la persona se consideró demasiado rizado para ser blanco y la persona se clasificó como de color o mestizo.
A los negros que deseaban ser reclasificados, se les pidió que se pusieran un lápiz en el pelo y sacudieran la cabeza. Si el lápiz se caía, la persona podría ser reclasificada. Los miembros de la misma familia que tenían diferentes texturas de cabello se encontrarían en diferentes grupos de raza como resultado de esta prueba.
Mientras más dificultad tenía el lápiz para atravesar tu cabello, más apartado era el lugar donde vivían, así los blancos vivían en el centro de las ciudades, y los negros en los lugares más apartados. Además una familia podría dividirse en tantos poblados como tipos de pelo tengan.
Aunque la prueba de lápiz terminó con el fin del régimen separatorio en los 90, la prueba sigue siendo una parte importante del patrimonio cultural en Sudáfrica y un símbolo de racismo en todo el mundo.
Después de tantos estragos y de ser separados de sus familiares las mujeres africanas empezaron a mantener su aspecto físico de manera que mostraran las preferencias blancas. Supongo que a partir de aquí, la “desesperada” razón para que muchos africanos y descendientes de esta raza empezaran a texturizar su cabello afro.
Aún al día de hoy, alrededor de 2 décadas después de haber terminado el régimen segregatorio en Sudáfrica y todas las regiones en donde existen descendientes africanos, aunque se acepta un poco más tener el cabello naturalmente afro o rizado, aceptar tu cabello como nace naturalmente de tu cabeza te puede tildar de feo.
El cabello afro de camino a la época moderna:
La belleza de nuestros ancestros africanos ha estado, desde la antigüedad, fuertemente influenciada por los europeos y asiáticos, y el cabello no ha sido una excepción a esto.
La influencia ha sido tan grande que consiguieron que los descendientes africanos cambien su textura del cabello y hasta su color de piel para ser aceptados; y luego de ser abolida la esclavitud ha surgido una revolución “de vuelta a nuestras raíces”, donde los africanos y sus descendientes, poco a poco han ido entendiendo que nuestro color y nuestro cabello son naturalmente hermosos.
En la actualidad, son las mujeres africanas, y sus culturas descendientes, las que quieren regresar a sus raíces y lucir la belleza natural que ha estado con ellas desde siempre.
Las mujeres africanas texturizaban su cabellos utilizando productos químicos y barras calientes, si esto no funcionaba se lo trenzaban y como última opción y de más difícil acceso por lo costosas que son utilizaban pelucas hechas de pelo europeo y asiático.
La idea del alisado moderno surge de las torturas inflingidas a los esclavos africanos.
La cosmetóloga Naturi Ebène, pionera del cabello afro, a fin de “regresar a nuestras raíces”, nos describe el origen del alisado, texturizado o ablandador de rizos, y nos explica que sus orígenes se remontan a la época de la esclavitud.
Para los africanos el cabello tiene una simbología importante, los peinados de aquella época eran identitarios en unos casos, y en el caso de las trenzas podrían ser sinónimos de libertad.
Una vez capturados los esclavos tanto hombres como mujeres eran sometidos al afeitado de la cabeza para que no se pudieran comunicar, puesto que el tipo de peinado identificaba fácilmente la tribu a la que pertenecìa. La pérdida del cabello era una privación de identidad para debilitar y deshumanizar. Cuando los esclavos eran transportados a América, el viaje duraba muchos meses. El pelo de los esclavos afeitados tenía tiempo de crecer.
Si recordamos que pasa con nuestro cabello afro cuando tenemos algunos días sin peinarnos, no queramos imaginar que pasaba con el cabello de los esclavos que tardaban hasta 6 meses en llegar a su destino y en condiciones inhumanas.
A su llegada a América, uno de los castigos que los dueños infligían a los esclavos era meterles la cabeza en una mezcla de agua y sosa cáustica (también llamado hidróxido de sodio). Aparte de las quemaduras, los otros esclavos podían observar como esta preparación dejaba los cabellos lisos. Los inicios del moderno alisado del cabello habían nacido.
Caren Paulino